viernes, 30 de mayo de 2008

Sólo basta con 90 centavos

Ayer iba en el 19 que me lleva de la facultad a casa. Nunca vi un colectivo que de más vueltas, pero desde hace un tiempo que no me llevaban a pasear por tantos lugares. De pronto descubrí que conocía la mayoría de las calles del recorrido, y de pronto me sentí ubicada, sentí la tranquilidad de que sabía dónde estaba parada.

Eso me pasa en general con las cosas, al principio las transito y no sé dónde estoy, pero yo voy, no me conduzco, me dejo llevar. Quizás ni miro el recorrido, no observo lo que tengo a mi alrededor, voy por un camino desconocido, como cuando escuchás otro idioma, que todas las palabras te parecen extrañas, raras, y todo junto te parece inentendible con lo cual ni te gastás en entender qué te están queriendo decir, sólo te dejás llevar por la melodía del sonido.

Ahora bien, en estos momentos es que des-cubro esto que tenía frente a mis narices, esto que estaba velado por mi brújula perdida; pero estaba. Allí es donde reconozco las calles, ato cabos, encuentro conexiones, juego con la física, la lógica y la matemática. Es como cuando uno suma los números del boleto de colectivo automáticamente sabiendo que no tiene ningún motivo ni sentido, sabiendo que nadie nos ha impuesto ese desafío titánico, simplemente lo hacemos para nosotros mismos, para ejercitar nuestra mente, hacemos juegos cabalísticos inventados en el momento. Eso me da una sensación de satisfacción incomprensible. A quién le enorgullece saber la continuación de qué calle es Superí? A mí, cuando lo advierto y me siento orientada… y puedo responder a preguntas tan relevantes como ser: ¿Qué colectivo me tomo para llegar a Belgrano R? ¿Cómo llego desde Plaza Once hasta Chacarita? Y sí, a mi esto me da satisfacción, me llena de saber…

De pronto el 19 me llevaba a la casa de una amiga: qué pena, ya se mudó, de todas maneras, cuando descubro esto, casualmente no he mantenido esa relación… pero qué casualidad! podría haber ido a su casa con el 19 tantas veces… También pasa por lo del novio de otra amiga: qué pena, el otro día fui a una fiesta en su casa, y no aproveché semejante coincidencia… Me deja hasta en mi casa, y lo descubrí la semana pasada después de 3 meses de tomarme 2 colectivos y llegar hora y media después... Y el 19 siempre pasó por esa esquina, pero nunca lo ví, nunca lo advertí. Es como si de pronto me hubiera despertado y me hubiera hecho conciente de lo que tenía a mi alrededor, y en este recorrido no puedo parar de mirar y reconocer todo, empiezo a darme cuenta que no estoy perdida, y que todo se conecta con todo.

Es como cuando uno se reconoce en rasgos de otra persona, y le surge alguna reacción, una sonrisa, una cara de sorpresa, y sabemos que una vez que descubrió esa similitud, esa coincidencia, todo vuelve a la normalidad, y pierde el encanto, no hay mucho más que hablar; pero ESE INSTANTE, en el que descubro eso, ese momento es sagrado. Creo que todo esto es por mi estado de consciencia, estoy muy despierta, y cuando estoy despierta las cosas pasan, uno ve más de lo común, uno se cruza más con el azar, al estar despierto uno está buscando. Y en al vida es así… uno tiene muchos estímulos a su alrededor, todos a su disposición, pero hace uso del 10% de éstos.

Ahora... cuando está despierto, alerta, se da cuenta de que el camino por donde transita, si quiere, lo lleva a muchos lados, lo conecta con mucha gente, lo cruza con muchas oportunidades, lo único que tiene que hacer es estar despierto, observar, y todo eso, sólo por la módica suma de 90 centavos…

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