viernes, 30 de mayo de 2008

Hasta en los peores momentos, nunca hay que perder la esperanza


A veces no entiendo mucho el tema de las fiestas de casamiento.
Hay un formato instaurado, estructurado. Tenés la invitación, en un papel bastante duro, la redacción está diseñada para que los nombres de los novios esté en el centro de la tarjeta y los nombres de los padres esté a los costados, por encima. Qué mensaje subliminal tiene eso?? Que los padres están subvencionando el casamiento? Ya lo sabemos… Que los suegra aprobó a su yerna??? No estamos tan seguros, pero ya es tarde… Muy bien no entiendo esa necesidad de escribirlo de esa forma, pero bueno, dejémoslo ahí. No es el punto de mi relato.

La cuestión es que te invitan y, en mi caso (y en el de muchos me imagino también), yo no tengo nada que ver con los novios. A la novia gracias que la conozco, al novio lo habré visto un par de veces… Llego con mi chico, con menos esperanza de pasarla bien que Tom Hanks en la película El Náufrago y, según el protocolo de los casamientos tradicionales, los novios te asignan en una mesa compartida con otra gente. Cuando nos dan el número 7, yo ruego que mi número y el azar estén de nuestro lado y nos toque con gente agradable, que tengamos muchas cosas en común.
Entendiendo mi poca relación con los novios, por supuesto que finalmente, nos sucedió lo contrario. No conocíamos a nadie de la mesa. Y por la pinta de iupis mezcla con panchos que tenían los hombres, y la pinta de “no hago nada en todo el día” que tenían ellas, sentí que lo único en común que tendría con esta gente sería el clima. (Qué garrón, pensamos, nos miramos con mi chico y sabíamos lo que estábamos pensando! Pero aún seguíamos haciendo control mental con que los pinchos capresse y el daiquiri de mango eran nuestro leiv motive de la noche).

Nos sentamos. Yo soy de esas personas que no aguantan mucho los silencios, ahora… cómo evitar que sean incómodos con gente asignada arbitrariamente (o podría decir violentamente) a una mesa con personas que uno no conoce y nunca manifestó deseo por conocerla. Pero los casamientos son así, o te la bancás o te vas. Nuestra esperanza iba en picada. Ya había pasado de ser hincha de River a hincha de Racing (por la poca esperanza que tenía, digo… cuac).
Entonces la primera frase que me sale (sí, soy de ese tipo de gente) es una frase del clima, del ambiente de la fiesta… “yo te conozco, no?, vos sos amigo del primo segundo de fulanito, no?” No, no era, pero al menos adornamos el silencio… Ya estaba al punto de la desesperación mezcla con depresión.

De pronto hice control mental, alejé de mi cabeza los malos pensamientos, los prejuicios y dejé la mente en blanco. Me dejé llevar… Y ahí me di cuenta que no tenía que esforzarme más, sólo bastaba con abrir mis oídos, callarme la boca, y escuchar a mis gratos compañeros de mesa que estaban haciendo un stand up comedy exclusivamente para nosotros. Me sentía la novia yo misma observando una performance hecha exclusivamente para mí.
Los integrantes del show eran dos parejas, que aparentemente se conocían entre sí. Edad? Podríamos decir 35. Hijos? Sí, por entrar al jardín, of cors. A qué colegio llevar a los chicos, que la casa, esto lo otro… sisi, todo cumpliendo con el estandard prestablecido. Hasta ahí la cosa era un tanto aburrida (pero para mí era para crear suspenso y climax para lo que venía después), hasta que comenzó un diálogo entre los hombres de las parejas im-per-di-ble:

“El otro día me fui a Maiami”
“Ah, mirá, yo tuve que ir a Niu iork, vos por qué fuiste?”
“Tenía que hacer unos negocios… elegir unos productos para importación, vos?”
“Tenía que cerrar unos negocios de 100.000 dólares. Y después pasé por las Vegas, boludo, no sabés qué hhhuuueenoooo”
“Naaahhhh”

Las mujeres pintadas al óleo traen el tema de los chicos y la casa nuevamente, (creo que también para evadir el tema de Las Vegas, que podría traer conversaciones incómodas para ellas jejem). Pero ellos no podían parar, así que, para no ignorar a sus mujeres, tomaron su tema para seguir compitiendo:

“Ah! No sabés, fuimos a Fallabella y compramos un Aire modelo XX400 que llega a una temperatura mínima y máxima record. Si no no se puede estar viste??”
“Sí, sí, te entiendo completamente, nosotros compramos el Aire XX401 que ya capta la temperatura ambiental, no tenés ni que usar control remoto. Ahora estoy viendo cómo programarlo para solamente decir “encendido” y por ondas sonoras lo capta y se prende.”
“Ahá… claro, ahora hay cosas de última tecnología boludo. Cuando me fui de viaje la última vez, me traje un IPOD 9000, que es inalámbrico y lo podés olvidar en la cocina, te vas a tu cuarto con los auriculares y lo seguís escuchando. Igual te digo q me salió más caro que las ventanas acústicas de 15000 lucas.”
“Sí! Las ventanas… nosotros usamos 2 capas para que no se escuche el ruido del tránsito.”
“Nosotros usamos 3!!!”
Carcajadas!!!! (internas, por supuesto, no íbamos a hacer sentir incómodos al resto de los comensales)

Conclusión, sólo bastaba con no perder las esperanzas y dejarse llevar por la situación… No sé por qué fuimos tan mal predispuestos. Al final, comimos espectacularmente, tomamos del mejor vino, e hicieron un show exclusivo para nosotros, nos divertimos a lo loco. Una joyita.

5 comentarios:

unalunaenelagua dijo...

jaja como olvidarlo...

Bienvenida!
Un beso.

N.

Andrés Ini dijo...

Me gustó mucho el relato!

Anónimo dijo...

gracias gracias! esto me incentiva. recién entro en el mundo del blog, y los primeros comentarios son los más importantes!

Vivalapepa dijo...

Genial tu historia... Desde que vivo afuera no sabes como extraño los casamientos argentinos! Si! con todo eso... aunque sea insoportable, con todo lo pautado, la gente que te toca en la mesa, la mesa dulce, el carnaval carioca y los chismes despues... Que suerte que al final lo pudiste disfrutar! Un beso!

Anónimo dijo...

Gracias pepa, faltabas tú!